Este blog va dirigido a la comunidad universitaria bonaventuriana y al público en general que tiene interes acerca de la salud mental. Es ofrecido por el Servicio Psicológico de Bienestar Institucional de la Universidad de San Buenaventura.
domingo, 7 de noviembre de 2021
5. El conflicto (primera y segunda parte)
Los conflictos y los
problemas forman parte de nuestro día a día, nos vemos en situaciones que no
sabemos cómo resolver, ocasiones en que incluso con nosotros mismos entramos en
contradicción, estamos confundidos, y esto se hace más evidente todavía al estar
en comunicación o en interacción con otras personas, salen a la luz las
diferentes miradas, opiniones, puntos de vista, los roces, los malentendidos,
las suposiciones, y muchas otras situaciones más, debido a esto, en esta sesión estaremos abordando los temas de la resolución de conflictos y se plantean estrategias de resolución de los mismos.
Según nuestros diccionarios son sinónimos de conflicto, palabras como choque, combate, lucha, antagonismo, apuro, angustia
del ánimo o tener un apuro (Larousse) y se entiende también por conflicto o se
define como sinónimo de problema o materia de discusión, tendencias
contradictorias en el individuo que son capaces de generar angustia (RAE). Además de la definición de los diccionarios, nos vamos a encontrar que existen diversas miradas y acentos en la forma de entender un conflicto, por ello, es difícil poder encontrar una definición de consenso y que sea compartida por todos, el conflicto podría ser por temas de la vida cotidiana hasta asuntos de política internacional. Al centrar la mirada en las denominadas ciencias sociales, hay por supuesto varios enfoques, miradas y escuelas con relación a su abordaje (Facultad de Psicología, Universidad del País Vasco, 2004).
Si bien es cierto, con las
anteriores definiciones el conflicto tendría una connotación negativa, no
necesariamente tiene que ser así, en el conflicto y más aún dependiendo del
tramite que se haga de este, existen varios factores o aspectos positivos como
son:
Es un motor de cambio e innovación personal y
social.
Estimula el interés y la curiosidad.
Supone, frecuentemente, un reto para las propias
capacidades.
Demarca a un grupo frente a otros y contribuye a
establecer la propia identidad personal y grupal.
Permite mejorar la calidad de la toma de decisiones
y de la solución de problemas.
Puede facilitar la comunicación abierta y honesta
entre los participantes sobre temas relevantes para ambos.
Fomenta el reconocimiento de la legitimidad del
otro.
Ahora bien, se corre el riesgo que si no se le hace un buen tramite del
conflicto o de la situación problemática, esta tenga efectos adversos, como son
los siguientes:
•La
comunicación se reduce y se hace más insegura.
•Se
estimula la idea de que la solución es una cuestión de fuerza, ambas partes
tratan de aumentar a su favor la diferencia de poder.
•Se
forma una actitud hostil y sospechosa.
• Se
producen juicios erróneos basados en falsas percepciones.
•Reducción
de las alternativas percibidas.
•Disminución
de la perspectiva temporal de las acciones.
•Polarización
del pensamiento.
•Origina
respuestas estereotipadas.
•Incrementa
la actitud defensiva.
•Reduce
los recursos intelectuales disponibles.
EL CICLO DEL CONFLICTO Nuestras experiencias y vivencias que tenemos frente a las situaciones problemáticas o conflictivas, siguen una serie de momentos, entiéndase, que no llevan una lógica lineal, que los momentos se puedan dar en simultaneo y retroalimentarse, es por ello por lo que preferimos usar el termino de momentos y no el de etapas o el de fases (como son denominados en el texto de la Facultad de Psicología de la Universidad del País Vasco, 2004). Ahora bien, lo que ocurra en esos momentos, la forma en que se percibe, se asume o se responde frente el conflicto o la situación problema, puede facilitar la resolución positiva o por el contrario, que ocurra el fenómeno de la escalada, que el conflicto en vez de resolverse se perpetué en el tiempo y por ende la situación se agrave, es por esto, que al final de cuentas, el resultado del ciclo podrá ser positivo, negativo o entre estos dos puntos extremos, un punto intermedio entre la infinita gama de tonos grises. A continuación, veremos cuatro los momentos que se proponen respecto a los conflictos (Facultad de Psicología, Universidad del País Vasco, 2004), esto con el fin de poder comprender con un detalle mayor de qué manera los conflictos actúan en nuestro día a día. Momento 1: nuestras actitudes y creencias previas. Eso de colocarnos, afuera, que nada tiene que ver conmigo, pues quien sabe… ya tenemos experiencias, un entorno familiar, social, económico y demás, que nos va a influenciar en nuestras creencias y en nuestra actitud (recordemos que es la emoción positiva o negativa que tenemos frente a algo o alguien y que incluso se pueden formar sin necesidad de tener mucho conocimiento previo). Es por lo anterior que mal haríamos en ignorar que el ciclo del conflicto comienza por nosotros mismos. En lo que refiere al conflicto, podríamos señalar entre otros, varios puntos de origen o de partida, como serían: Las diversas frases o mensajes que nos han llegado desde nuestra infancia, pasando luego por la adolescencia y la adultez, sobre los problemas y los conflictos. Lo que aprendemos y observamos viendo a los otros, vemos las formas o maneras en que responden a los conflictos o los problemas, nuestros padres, parientes, profesores, compañeros, autoridades en general y los amigos (tanto lo que se debe o no se debe hacer).
Aquí entran en juego los medios de comunicación, es decir, las actitudes y conductas que vemos y percibimos en medios digitales como son los portales de Internet, las redes sociales virtuales, los diversos chat o herramientas de mensajería instantánea, el muro de Facebook, al igual que medios tradicionales como son prensa, televisión, radio, películas, libros, entre muchos otros. A medida que pasa el tiempo y nuestra vida, no es de extrañar que ya hayamos pasado por situaciones conflictivas y allí se originan experiencias al respecto. De estas cuatro fuentes y de las que haya faltado por mencionar se originan nuestras actitudes y creencias, y estas a su vez, van a influir en nuestras respuestas o como respondemos cuando ocurre un conflicto.
Momento 2: el conflicto en sí mismo.
El primer momento que estará presente durante toda nuestra vida, y quien sabe que tan susceptible es que cambie o no, que tan flexible o rígida sean nuestras posiciones, va a actuar como telón de fondo, sobre este van a ocurrir los conflictos en sí mismos, lo ideal sería haberlos evitado, haberlos previsto, pero ello no será posible, aunque con el afán de prevenirlos es que tenemos tantas leyes, decretos, reglamentos, resoluciones, guías, protocolos, acuerdos y demás, y a pesar de todas estas convenciones, con ellas no es suficiente. Tenemos un segundo momento, y es por supuesto cuando se presenta la situación conflictiva, que como ya mencionamos es inherente a la condición humana, tanto en el ámbito individual como en el social.
Momento 3: la forma en que respondemos o reaccionamos.
Y bueno, ya paso, ya se hace evidente el conflicto o el problema, y es aquí donde viene nuestra respuesta, ¿o preferimos no responder?, es aquí donde aparecen diferentes acciones, como puede ser callarse, hacerse el tonto, el de la vista gorda, gritar, resolverla a los golpes, insultar al otro y cantarle la tabla, o por el contrario, análisis, comprensión, comunicación asertiva, se busca una salida negociada, se busca un mediador, vamos a un arbitraje o acudimos a un centro de conciliación. Este tercer momento está influenciado por los dos momentos anteriores, no es de extrañar que hayamos desarrollado un repertorio conductual, o que usualmente utilizamos las mismas estrategias o conductas de afrontamiento para resolver las situaciones conflictivas.
Momento 4: las consecuencias o los resultados.
Las consecuencias o resultados pueden entrar a reforzar o castigar la acción o conducta previa al momento de resolver el conflicto, en principio si las consecuencias son positivas se tenderá a seguir resolviendo los conflictos de la misma manera, pero esto también da pistas de como prevenirlos o como resolverlos de manera más rápida y oportuna, y de igual manera, si la estrategia utilizada mostró no ser la más pertinente o adecuada, se supone que se debería de cambiar. Se pueden reforzar nuestras creencias previas o por el contrario nos corresponde cambiarlas o por lo menos flexibilizarlas y darnos cuenta en que casos no son tan viables. Durante todos los momentos, pero sobre todo en este “último”, es que se da la oportunidad de aprender de los conflictos y acumular experiencia.
Como ya lo hemos mencionado los conflictos son de diversos tipos e índoles, en el siguiente apartado de esta sesión, haremos una breve aproximación a los diferentes tipos de conflictos o de situaciones problemáticas.
Tipos de conflictos.
Siguiendo con
el texto que nos sirve de referencia en este apartado (Facultad de Psicología
de la Universidad del País Vasco, 2004), nos vamos a encontrar que, a la hora
de clasificar los conflictos, va a entrar en juego las relaciones que tienen
las personas (aquí entra en juego los sesgos, los prejuicios, las
discriminaciones, los estereotipos, los estigmas, entre otros), la falta de
información (incompleta, desactualizada, imprecisa y/o con verdades a medias)
cuando tenemos intereses que son diferentes o incluso contradictorios, el
sistema o estructura institucional en la cual nos encontramos o cuando tenemos
valores o prioridades diferentes (lo más relevante es la vida vs. lo más
importante es la economía, por ejemplo). Veamos un poco más de cerca estos
cinco tipos de conflictos:
Los
conflictos de relación: de entrada, nos podríamos encontrar con un
conflicto irreal, es decir, no estamos ante escalas de valores diferentes o
intereses contrarios, o escasez de un recurso o de un bien común, en este punto
lo que está originando el conflicto son las percepciones falsas, los
prejuicios, la falta de objetividad, que entre las partes la comunicación es
cortante o prácticamente no existe, la tensión, el lenguaje tirante, y un
pequeño evento pueden ser el caldo de cultivo o la excusa para que el conflicto
se aumente o se escale, y allí se “objetiviza”, surgen comentarios del tipo:
“no ve que ellos fueron los que…”, “ustedes son los que están polarizando”,
“ustedes son los que se dejan manipular”, son los otros los que odian, los que
atacan, entre otras frases que se vuelven cotidianas. Aquí el conflicto en vez
de ser oportunidad adquiere un matiz destructivo.
Los
conflictos de información: de acuerdo con lo ya escrito, en este caso, el
conflicto surge o se debe a la falta de información, o que esta es mínima y por lo tanto no es la medida optima, que se hace necesaria para tomar las decisiones correctas. Decimos la información optima porque es muy complicado pretender que de un tópico o tema en
particular podamos estar informados en un 100%, para poder decidir… el meollo
de este tema es que una parte o incluso ambas, podrían estar mal informadas, que
no se tiene datos o información que es relevante, el pequeño detalle que se
pasa por alto, los datos que tenemos son incompatibles, fallas, sesgos
metodológicos y/o de procedimientos en la recolección de los datos.
Los
conflictos de intereses: al igual que los dos anteriores, este también
es bastante común, aquí nos vamos a encontrar en principio con
incompatibilidades o así es percibido por las dos o más partes que están en
contienda o disputa. Esto se tensa todavía más si se parte de la idea o entre
las premisas se encuentra que solo se puede satisfacer lo mío que es lo más
relevante, “los demás que se jodan”, “que los demás se sacrifiquen nosotros porqué”,
aquí también entra el tema de los diversos recursos que son considerados
necesarios y que podrían ser escasos, de igual manera pueda que queramos lo
mismo, tenemos una visión compartida pero el problema es por la forma, el
método o procedimiento para resolver las problemáticas de interés común, y no
es de extrañar que aparezcan además elementos del conflicto por relación y de
información.
Si tenemos en cuenta lo anterior, en el caso de un conflicto por
intereses para poder resolverlo, hay que cambiar de premisa (a todos nos toca
ceder en parte para poder acordar, a todos nos tocará sacrificar algo), la
optimización de los recursos para que los queremos y en qué momento, acordar
las formas previo a analizar e investigar cual podría ser la más optima o
viable, además de limar asperezas, ejercicios de reparación y perdón mutuos,
validar la información… no es fácil pero por ahí es el camino.
Los
conflictos estructurales: “es que ese sistema”, “es que allá en esa
empresa”, “es que el gobierno”, todo lo anterior podríamos verlo como un montón
de quejas, o aquí se deja entrever algo más. Sin desconocer las
responsabilidades individuales, mal haríamos en ignorar aspectos situacionales
o institucionales externos que podrían facilitar la resolución de un conflicto,
o por el contrario son parte de sus causas o no facilitan su resolución
(entiéndase como la falta de voluntad política o que a ellos no les interesa),
exceso de tramites, la obtención de varios vistos buenos, o los tiempos
demasiado cortos o laxos. Aquí entra en juego también, las distancias, la
topografía de un terreno, la situación climática, entre otros factores
geográficos y ambientales.
Aquí las soluciones están dadas por procesos de reformas o
revolucionarios, algunas veces desde las vías políticas, de participación o de
negociación o desafortunadamente se da por la vía del uso de la fuerza, con
relación a los factores de la naturaleza, geográficos y ambientales, se busca
es mediarlos o subsanarlos hasta cierto punto.
Los conflictos
de valores: en este punto, solemos decir tanto a nuestros estudiantes en las
aulas de clase como a nuestros pacientes en el espacio de consulta, que aquí
entramos en lo “no negociable” que se refiere a nuestra escala de valores o
principios, para ti qué es lo más relevante, ¿la vida, la libertad, la
honestidad, el respeto…?, el conflicto surge porque tenemos escalas de valores
que serían incompatibles entre sí, que una de las escalas se trata
de imponer a las demás, así no les guste, es decir a la fuerza, hasta por
detrás de las orejas, se da el mensaje que esta escala de valores es la única
valida, las demás no existen y no admitimos nada que sea diferente. Llegados a
este punto, el tema es complejo, en una sociedad democrática se espera que
puedan coexistir las diversas escalas axiológicas y que incluso pueda existir
cierta dialógica.
Pasemos a otra
forma de manera de catalogar los conflictos, esta sería si nos basamos en los
implicados, es decir al considerar los actores, los grupos de personas o
comunidades. SegúnLewicki, Litterer, Minton y Saunders (1994, citados por
Facultad de Psicología de la Universidad del País Vasco, 2004), los conflictos
pueden ser intrapersonales, interpersonales, intragrupales e intergrupales. Veamos
en que consiste cada uno de estos:
Conflicto
intrapersonal o intrapsíquico: aquí la frase para entender de que estamos
hablando sería: “yo, soy yo y mis circunstancias”, tenemos aquí el conflicto
en el ámbito de lo individual. Aquí la “pelea” es con mis propios recuerdos,
sentimientos, deseos, pensamientos, imaginarios y demás. Por lo general, han
sido la psicología clínica y la psiquiatría las que han abordado este asunto.
Conflicto
interpersonal: aquí ya salimos del ámbito individual y tenemos las personas en
relación, en este caso estamos ante situaciones conflictivas que ocurren entre
compañeros de estudio o de trabajo, entre padres e hijos, en la pareja, un jefe
y uno de sus empleados, profesor y estudiante, y demás. Dependiendo del tipo de
relación, aquí entra la psicología educativa, la organizacional, la terapia de
pareja, la terapia de familia, trabajo social, el derecho, los centros de
conciliación, las comisarías de familia, etc.
Conflicto intragrupo: aquí el
escenario donde se presenta el conflicto es entre varios integrantes de un
mismo grupo, como son la familia, el curso o los estudiantes de un grado
determinado, los empleados de una sección o área de una empresa, el grupo de
vecinos de un barrio, y demás. Aquí entra en juego la psicología social,
comunitaria y la política, disciplinas como la sociología, el derecho y el
trabajo social también.
Conflicto intergrupal: este otro tipo de conflicto es más complejo, debido a que el número de personas implicadas es mucho mayor, ya tenemos dos o más grupos que están en una situación conflictiva. Aquí, por ejemplo, tenemos las diferencias entre una comunidad con la administración municipal, la pugna de intereses entre dos o más países, el litigio comercial entre varias empresas, las diferencias entre grupos ambientalistas y los representantes de empresas mineras, etc. Aquí convergen diversas disciplinas para dar sus aportes al respecto como son el derecho, la psicología, la sociología, la política, la economía…
Es de comentar que sería factible que un conflicto se manifieste en los cuatro niveles al mismo tiempo, es decir es posible ver manifestaciones diversas de una problemática en los cuatro ámbitos ya señalados, y que por supuesto en un conflicto intergrupal estén contenidos problemas intragrupales.
Otro fenómeno que puede ocurrir
se conoce con el nombre de la escalada, la cual consiste que la situación
inicial, que puede ser pequeña, de poca relevancia, que se puede resolver fácilmente, pero como ninguna
de las partes la quiere resolver, antes, por el contrario, lo que hacen es
desquitarse entre ellas, esto lo que hace es agravar la problemática o
escalarla, ya que nadie quiere perder. Un ejemplo de esto lo podemos ver en
películas como Técnicas de duelo (1988), Tiempo de morir (1985), Los duelistas
(1977) o La guerra de los Roses (1989). Veamos un video corto en torno al fenómeno de la escalada:
Ahora bien, si la
idea es hacer un adecuado abordaje del conflicto o de las situaciones
problemáticas, hay cuatro palabras claves para abordar este asunto, que serían
las siguientes: comunicación, tolerancia, empatía y cooperación, con relación a
estos términos, palabras, ¿qué entiendes por cada uno de ellos?
Sobre los grandes modelos o
formas de abordar los conflictos y los problemas, nos encontramos con el consenso
social, la negociación, la mediación y el arbitraje. Con relación al consenso
social, este se entiende como las pautas básicas de comportamiento o de
acuerdos frente a determinadas situaciones, siendo esto acorde con un contexto
social y cultural concreto y especifico. Dentro de este consenso social, nos
podemos encontrar con planteamientos como: “partan la diferencia”, “cada quien
asume lo suyo”, o “esto lo resolvemos entre todos”, es decir el trabajo en
equipo. Veamos a continuación varios ejemplos de esto último:
Por su parte, la negociación, que
es la una de las formas más comunes de resolver los conflictos, generalmente es voluntaria, implica
la discusión entre las partes en disputa con el objeto de alcanzar un acuerdo o
arreglo en el conflicto que les enfrenta, la negociación permite a las partes
en conflicto mantener el control sobre el proceso y el acuerdo que de él pueda
resultar (Zuleta, 2017).
Sobre la negociación, existe una
amplia literatura y también por supuesto un abundante material audiovisual, con
relación a este último, veamos dos vídeos, el primero de ellos, retoma los
planteamientos realizados por Thomas y Kilmann (1974) los cuales proponen 5
estilos de negociación o de resolución de los conflictos, para lo cual, estos
autores tienen en cuenta la comunicación asertiva y la actitud de cooperación.
Otra fuente que queremos señalar es la Escuela de Negocios de la Universidad de Harvard, en la cual
se propone una estrategia de negociación que se basa en cuatro criterios o
principios, que son separar a las personas de los problemas, enfocarnos en
nuestros intereses, considerar los múltiples intereses y utilizar estándares
objetivos. Para una mejor comprensión favor ver el siguiente vídeo:
Otra de las estrategias para la
resolución de conflictos, es la mediación, la cual implica la intervención, en
el proceso de negociación de una tercera parte neutral e imparcial, cuyo papel
consiste en asistir a las partes en su efectiva comunicación, en el análisis
del conflicto y en la búsqueda de una solución aceptable para todos.
Idealmente, la persona mediadora no está vinculada a ninguna de las partes
enfrentadas ni tiene interés por un resultado específico de la negociación, de
forma que cuenta en su labor con la confianza y legitimación de todas las
partes implicadas (Mendía & Areizaga, 2016).
Para ilustrar el fenómeno de
la mediación, y de cómo puede actuar un tercero observemos los siguientes vídeos, en el primero profundizamos un poco más sobre la figura
del mediador y en el segundo un caso concreto.
Pasando al arbitraje, en este
caso, nos encontraríamos que las partes en disputa acceden a presentar su caso
ante un tercer participante que es neutral e independiente, quien escucha los
argumentos de ambos lados y posteriormente adopta una decisión, la cual normalmente es la final y si tiene carácter vinculante. La tercera parte que interviene en el conflicto sí tiene
capacidad decisoria, si bien las partes enfrentadas mantienen el control sobre el
conjunto de cuestiones a resolver y con frecuencia también sobre los aspectos
de procedimiento. Además, se podría dar que estaríamos ante un proceso entre
contrarios, con posturas muy disimiles, que no hay lugar para la cooperación, y
que además, puede que no tengan interés en el restablecimiento de las
relaciones o la promoción de la confianza mutua entre las partes (Mendía &
Areizaga, 2016).
Veamos a continuación un ejemplo de un caso de arbitraje.
Además de las grandes estrategias
ya descritas, también encontramos las llamadas estrategias o conductas de
afrontamiento, que refieren a como las personas en nuestro día a días
vamos resolviendo las diversas dificultades. Nos encontramos con
autores clásicos como son Lazarus y Folkman (1985), que plantean dos grandes
formas de enfrentar los problemas cotidianos, en la primera de estas formas, los autores
la entienden como la focalización en el problema mismo, es decir intervenir
directamente en la situación que es problemática, mitigar el problema o
contenerlo, y por otra parte, en la segunda forma, el énfasis esta en las emociones que se ha
suscitado a raíz del problema, en este caso se busca reducir o canalizar de manera
adecuada, las emociones o sentimientos.
Otros autores
más cercanos en el tiempo, como son Frydenberg y Lewis (1996) platean tres
estrategias de afrontamiento, la primera de estas se denomina resolución
de los problemas, la segunda sería una estrategia que se enfocaría en la
relación con las demás personas y la tercera, hace alusión a un estilo que los autores lo definen o
entienden como el improductivo. Posteriormente, dos años después, se plantearán
las conductas que le son propias a cada una de tres estrategias (Frydenberg & Rowley, 1998), para mejor ilustración ver la siguiente tabla:
Distracción por medio de
actividad física o ejercicios
Fijarse
en las ventajas o el lado positivo del problema
Focalizarse en resolver el
problema o la dificultad
En
relación con las demás personas
Buscar
apoyo espiritual
Fortalecer las amistades
significativas o intimas
Buscar
ayuda profesional
Buscar el apoyo social
Buscar la
pertenencia a un grupo o comunidad
La acción social
No
productiva
Auto
inculparse o echarme la culpa de todo y ya
Hacerse de ilusiones sin
fundamento
Ignorar
el problema o la dificultad
No afrontar el problema
Preocuparse y no hacer nada más que eso
Reservarlo para mí mismo, no
hablar de esto
Si vemos con atención la tabla
anterior, vemos que las primeras conductas son ejecutadas por cada quien y no
hay allí en principio la presencia de otros, es decir, son medidas que se
pueden implementar cuando a bien se desee y se pueda, a su vez, el segundo
grupo de conductas, nos pone en relación con los demás, tiene que ver con la
red de apoyo social, el grupo primario de apoyo, la familia, la búsqueda de
apoyo en nuestra comunidad o entorno cercano y el tercer grupo de conductas,
las podríamos entender como hacerse el tonto, aquí no está pasando nada, o
echarse la culpa o angustiarse pero al final no se hace nada o no se emprende
una acción concreta respecto al problema, dificultad o conflicto.
Complementando
la información previa, en nuestro contexto, un grupo de profesionales liderado
por la profesora Londoño (et Al, 2006), desarrollo la validación de una prueba
de estrategia de afrontamiento para la población colombiana. Como resultado de
la investigación realizada, se encuentran 12 estrategias de afrontamiento o de
resolución de problemas, que aparecen como significativas para la población colombiana, y se pueden apreciar a continuación:
Estrategia de
afrontamiento
Definición
Búsqueda
de alternativas
Secuencia
de acciones orientadas a solucionar un problema, tener en cuenta el momento
oportuno para analizarlo e intervenirlo.
Conformismo
Se tolera
la situación, se resigna a la misma.
Control o
evitación emocional
Control
de las emociones asociadas a una situación, o estas no se expresan para
evitar mas problemas o dificultades.
Evitación
comportamental
Tolerar
la situación problema, sin hacer algo al respecto.
Evitación
cognitiva
Pensar en
otras cosas, negando que exista el problema.
Reacción
agresiva
Expresión
impulsiva de la ira la cual se puede dirigir a uno mismo, a los demás y/u
objetos.
Expresión
emocional abierta
Expresar
la dificultad, la emoción ligada a ella y se buscar resolver el problema.
Revaluación
positiva
Identificar
los aspectos positivos de un problema, sus ventajas y aprendizajes asociados.
Búsqueda
de apoyo social
Disposición
a buscar y recibir el apoyo proporcionado por el grupo de amigos, compañeros,
familiares, entre otros.
Búsqueda
de apoyo profesional
Se busca
el recurso de profesionales o personas expertas para solucionar un problema o
las consecuencias asociadas.
Espiritualidad
Consiste
en la práctica de actividades espirituales, como son la oración, la
meditación, lectura de textos sagrados, entre otros.
Espera
No se
hace nada como tal, se espera a que la situación se vaya resolviendo a medida
que pasa el tiempo.
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